Límites o berrinches

Los niños quieren y necesitan entender las reglas del mundo en el que habitan. Quieren saber qué se espera de ellos, cuál es su lugar en el mundo y con relación a los otros. Buscan encontrar hasta dónde pueden llegar y qué es lo que pasa cuando llegan demasiado lejos.

Los límites juegan un papel muy importante en este proceso de aprender y descubrir el mundo que les rodea y somos los padres quienes les enseñamos o no a través de los límites y las reglas del juego de la vida.

Los límites son la más grande prueba de amor

Imagínate manejar por una carretera sin señales. ¿Cómo te sentirías? Pues así se siente un niño: sin límites. No tiene idea de qué hacer, no sabe qué camino tomar o cómo comportarse en cada situación. Los límites deben ser claros y consistentes para que el niño los entienda y no se confunda, sepa qué hacer y así no se meta en problemas.

Los pequeñitos sin límites claros se sienten inseguros

Diego de tres años, deja sus carritos regados en el comedor. Su mamá le pregunta si ya acabó de jugar, a lo que él responde que “sí”.

  1. Ahora hay que recogerlos, dice ella.
  2. No, dice Diego y cruza sus bracitos. Recógelos tú.
  3. Vamos Dieguito, ayúdame a recogerlos, le ruega la mamá, mientras ella los recoge.

Piensa en Diego por un momento. ¿Cómo crees que se siente? Tiene tres años, no puede alcanzar el lavabo, no puede abrir el refrigerador, es muy chiquito.

Cuando sus padres le piden resolver algo, ellos lo hacen por él. ¿Se sentirá poderoso? Seguro que sí. ¿Reconoce su capacidad de controlar? Tal vez ¿Seguro? Definitivamente no. Porque se supone que sus padres son los que lo deben de proteger y son los que deben de tomar decisiones por él y guiarlo en la dirección correcta. Pero es el niño el que los manda.

Nuestros hijos necesitan límites. No importa cuántos berrinches hagan, no te des por vencido y recuerda lo que ya dijimos: Los límites son la más grande prueba de amor.

Por Cristina Jauregui

Límites o berrinches